martes, 20 de noviembre de 2012

MARTIN FIERRO


Argumento de las dos partes
Primera parte: “La Ida”
Martín Fierro, el gaucho, nos va a contar con sincera nostalgia la vida feliz que antaño llevaba en la pampa y la inicia no con el grandilocuente verso homérico de “Canta musa, la cólera de Aquiles”… sino con un auténtico rapsoda del pueblo al que van destinadas sus cuitas y lamentos: “Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela…” en el canto II comienza el relato propiamente novelesco del poema, concretamente al llegar la cuarta estrofa: la leva lleva al gaucho del hogar a “la frontera”, a la tierra de indios.
En el canto III asistimos a la vida miserable que sufre nuestro protagonista en su nuevo destino. La guerra con el indio se halla erizada de peligros sin cuento, hasta el punto de que el gaucho decide huir (canto IV y V). La continua huída va a durar tres años, sembrado de penalidades sin cuento. Pobre y desnudo, regresa a su rancho, que ha sido destruido y ha de refugiarse en una cueva.
Las penalidades no han terminado: en el canto VII Fierro sufre persecución al ser considerado un vago. Entonces se revela y se torna “malo”, frecuenta las “pulperías”, se emborracha y, pendenciero, en una pelea mata a un negro. En el canto VIII, la policía lo persigue. Exhausto, pero valiente, lucha hasta la extenuación, hasta conseguir la admiración del sargento de policía Cruz, en el canto IX lo escucha con atención y, compadecido de él, le cuenta a su vez, su historia; y así ambos, por ser dos almas gemelas, deciden marchar a tierra de indios. Así se llega al canto XIII, con el que finaliza la primera parte. Hernández, por boca de su protagonista, anuncia “romper la guitarra para no volverla a templar”. En la última estrofa se encierra toda la protesta y denuncia socio-política: “…que referí ansí a mi modo / males que conocen todos / pero que naides contó”.
Segunda parte: “La Vuelta”
La segunda parte abre también con una pequeña introducción. Se trata de una novela rimada con ecos de poema épico. José Hernández sabía que la fama de su personaje corría de boca en boca, a semejanza de lo que Sancho dice en relación a su amo en la segunda parte del Quijote (1 y 2). Narración de las aventuras de Cruz y Fierro en la tierra de indios, fiestas y bailes de los mismos, postura ante los prisioneros. En el canto 3 aparece una poesía sentenciosa junto al treno y la lamentación continuada. Una resignación sin esperanza, un estoicismo ilustrado con metáforas encadenadas. Menos mal que el lamento es el mejor lenitivo para todos los males. Las lamentaciones se cortan y volvemos a enfrentarse con el indio y conocemos la vida de prisioneros de Cruz y Fierro. En los cantos 4 al 6 se nos describen las costumbres indias, muchas de ellas bárbaras y salvajes, singularmente las de los hombres que maltratan a sus mujeres cuales aparecen como sufridas y abnegadas.
En el canto 6, Cruz muere de viruelas. Encomienda a Fierro a su hijo porque ya no tiene tampoco madre. Hasta ese momento no sabíamos que cruz tenía un hijo, y es quizá para un hombre que siempre se halla en escenarios bélicos, el pensar que podía tener una familia le quitaba toda la dureza de su carácter.
En el canto 8, tras enterrar a Cruz y llorarle, Fierro se ve envuelto en un terrible duelo con un salvaje que maltrata a una prisionera blanca. Después logra huir con ella, no sin antes asistir a una de las escenas más tiernas y a la vez duras del poema: el indio golpea brutalmente a la mujer y le arranca a su hijo de los brazos, acto seguido lo degüella… ¡para amarrarle después las manos con las propias tripas de su hijo! En los cantos 9 y 10 Fierro y su compañera sepultan al niño despedazado, tras matar al indio y enterrarlo en un “pajonal”, a fin de que la tribu tarde en encontrarlo; después marchan a “tierra de cristianos”.
Cuando llegan, Fierro se despide de la mujer y cada cual parte por su lado. Tres años han pasado en duro peregrinaje y cinco con los indios cautivo. Las autoridades ya no se acuerdan de sus delitos. Entonces aparecen los hijos de nuestro protagonista, a los que les cuesta identificarle, porque “venía muy aindiado y muy viejo”. En el canto 12, el hijo mayor cuenta su estancia en la cárcel; en el 13 el hijo segundo narra asimismo su historia. Se nos da a conocer un nuevo personaje: el viejo Viscacha, a quien se le encomendó el hijo más pequeño hasta que tuviera edad para gozar de la herencia. El carácter y las acciones de Viscacha se nos narran en los cantos 14 y 15. En el canto 16 fallece Viscacha y es enterrado (canto 17 y 18). La obsesión por el viejo Viscacha, que tanto hiciera sufrir al hijo segundo, se nos explica con detalle. En el canto 20 aparece Picardía, que explica su azarosa vida picaresca (cantos 21 a 28). ¡Finalmente descubrimos que Picardía as el hijo de Cruz!
Aparece a continuación el Moreno, nada menos que el hermano menor del negro que injustamente mató Martín Fierro (canto 29 a 31). Por último, Martín Fierro (transposición del autor) da una serie de consejos a sus dos hijos. Estos, junto con Picardía, se despiden, no sin antes decidir cambiar de nombre. En la penúltima estrofa se nos devela el mensaje del autor al proponerse escribir la segunda parte de la obra: “es el tiempo de olvidar antiguas rencillas, tiempo es de trabajar por un futuro”. El propio José Hernández se dirige a los lectores con el convencimiento de que su poema a de pasar a la posteridad y de que todo él encierra una enseñanza

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